Nuestra pareja de galos favorita regresa en un nuevo beat’em up que, desgraciadamente, no está a la altura. Te lo cuento en el análisis de Asterix y Obelix: Slap them all! 2
El beat’em up puede no ser mainstream dentro del videojuego moderno, pero sí creo que es un género al que se le debe guardar cierto respeto, por todo lo que ha aportado a la historia del ocio interactivo. Os recomiendo para poneros al día con este trepidante estilo de juegos el libro de la editorial GamePress “Yo contra el barrio – La guía de los Beat’Em Ups”. Ese yo contra todos, ni mucho menos, está muerto hoy día, y afortunadamente existen franquicias que innovan y aportan. Lamentablemente, el juego que hoy nos ocupa no. Os lo cuento en el análisis de Asterix y Obelix: Slap them all! 2.
Asterix y Obelix, un nombre respetado en el videojuego
Los jugadores de los años 80 y 90 tuvieron la increíble suerte de disfrutar, en su entorno idóneo, los mejores videojuegos que nos dejaron esta pareja de galos rebeldes. Los sistemas de 8 y 16 bit, e incluso la circuitería de los arcades, movieron una serie de títulos sobresalientes. Para muestra el brutal juego de plataformas para Master System, desarrollado por la propia SEGA y dirigido por Tomodo Enzo. Un verdadero must have que mezclaba plataformas, secretillos y jefes finales en una ensalada deliciosa.
Si nos fijamos en el género que nos ocupa, el beat’em up, debemos recordar el mítico arcade de Konami. Un título divertido de verdad, original y visualmente precioso, que deja a este Slap them all! 2, treinta años después, a la altura del betún.
Resumiendo, que a la franquicia de Uderzo y Goscinny se le debe un respeto y un mimo, no solo por la pedazo de obra literaria que es en sí misma, sino también por el gran legado que ha dejado en el videojuego.
Tirando por tierra un legado
Y es por eso que debemos ser críticos con títulos como el que hoy nos ocupa. Grosso modo, Asterix y Obelix: Slap them all! 2 es un juego en el que Asterix y Obelix deben abrirse paso por el escenario a base de tortazos. Hasta ahí todo correcto. El problema es cuando descubrimos que el combate es simple y plano, y ofrece pocos alicientes, más allá de batir nuestro propio récord de combos. La variedad de situaciones tampoco nos ha volado la cabeza, y los jefes finales son sosos y no ofrecen una pelea justa, por lo que tocará machacarlos con mucho corazón pero poca táctica.
Algo que me ha enojado sobremanera es el hecho de que los grafistas no se hayan esforzado mucho con los entornos donde se desarrolla la aventura. Concretamente, hay un nivel en el que hay un atasco de tráfico de carretas en el que directamente todas las caravanas son iguales y transportan más o menos a las mismas personas. A no ser que sea un homenaje que se me escape o algún guiño a ALGO, no tiene mucho sentido hacer eso hoy día. Un poquito de esfuerzo, por favor.
Al margen de la desidia gráfica, el problema del juego es que no es divertido más allá de los primeros minutos, y la experiencia no hace ni un pequeño esfuerzo por innovar o mejorar en el transcurso de la hora larga que dura. Podrían haber metido, no sé, alguna fase extra, personajes nuevos con los que jugar, pero no, la recompensa por finalizar el juego es más bien exigua.
Teniendo a Streets of Rage 4, a Mother Russia Bleeds, River City, Schredder’s Revenge y tantas otras propuestas contemporáneas infinitamente mejores, no encuentro ninguna razón por la que deberías pasar tiempo con este juego.