Muchos pecamos de escépticos cuando se nos vendió que Mario Wonder sabría sorprender a los jugadores. Suerte que tengo este análisis de Super Mario Bros. Wonder para redimirme.
Es increíble pensar que hace 40 años había niños que alucinaron con las innovaciones que traía Miyamoto al género de las plataformas. Aunque si lo piensas, más alucinante aún es ver que, en pleno año 2023, Mario ha sabido reinventarse de nuevo para dejar boquiabiertos no solo a los niños, sino a la gente de cuarenta tacos que en su día abrió el melón del fontanero.
Bajo una piel de plataformas clásico, los personajes favoritos de la casa Nintendo regresan en un juego que quiere sentar las bases de un nuevo y brillante futuro dentro del universo Mario. Un universo que parece haber cobrado una nueva dimensión tras la película, y da la sensación que los de Kioto se exigen incluso un poquito más. Quieren llegar un poco más alto, y caramba, lo han conseguido.
Un apartado técnico de ensueño
Me encanta ver que la vieja y “débil” Nintendo Switch, de vez en cuando, nos sigue dando lecciones de optimización y técnica. En esta ocasión -ojalá aprendiera un poco Game Freak- los grafistas y programadores se han puesto las pilas para ofrecer un producto técnicamente sublime. Todo corre a las mil maravillas durante el transcurso de la aventura, y el universo de Mario es, con permiso de la peli, lo más espectacular que nos ha dejado la franquicia.
Sí, estamos de acuerdo en que no se ha dado un salto técnico sin parangón. El juego no sumirá a nadie el estado de shock en el que nos dejó Mario 64, obviamente, pero Wonder te deja un regusto a que las cosas han cambiado para el fontanero y sus amigos. Un punto de inflexión, vaya.
Los gráficos son preciosos, y los personajes están más vivos que nunca gracias a las expresiones faciales y las animaciones que tienen en determinados momentos. Son pequeños detalles, casi tontos, pero que hacen que el conjunto gane muchísimos enteros. Esas muecas y esas monerías que hacen aquí y allá dotan a la experiencia de alma y calidez.
Poderes y enemigos, un gran paso al frente
Otra de las cosas en las que Mario Wonder hace borrón y cuenta nueva es en los personajes a los que tendremos que hacer frente. La variedad de bichejos hace palidecer a cualquier entrega anterior de Mario. Y no es solo que haya más, sino que son todos diferentes entre sí y nos harán cambiar de estrategia para afrontar las diferentes fases del juego.
Esas diferentes maneras de atacar nos lo pondrán más difícil al principio, pero con el uso de las insignias o los nuevos poderes, esos nuevos ataques nos permitirán tomar ventaja en nuestro periplo, permitiéndonos llegar a zonas inaccesibles, por ejemplo.
Ojo, que esto no quiere decir que no hagan acto de presencia los koopa troopas de toda la vida, claro que sí, pero incluso estos dan una sensación de viveza que no tenían antes, en parte por las nuevas animaciones y diseños.
Y retomando lo de los poderes, nuestros queridos héroes estrenan un buen puñado de transformaciones, con la ya famosa del elefante como buque insignia de la promo del juego. Pero más allá de estas transformaciones a través de power-ups, tenemos una característica que ha llegado más o menos de puntillas y es un verdadero puntazo. Me refiero, por supuesto, a las insignias. Son unos emblemas que podremos obtener de dos maneras: comprándolos con monedas flor y a través de fases específicas en las que la pericia nos granjeará un nuevo pin.
Estas insignias son un verdadero “game changer”, ya que nos otorgarán poderes y habilidades que cambian la experiencia por completo. Tenemos saltos especiales, chetos para facilitar la partida o chorradas divertidísimas como ir saltando al ritmo de la música. Algunas nos ayudarán en tramos específicos del juego, pero normalmente podremos equipar la que nos parezca más graciosa, útil o llamativa. Todo depende de ti y tu manera de jugar.
En la variedad está el gusto, y el acierto
Unas decenas de insignias y unas animaciones adorables están bien, pero no constituyen per se una base jugable válida. Es por ello que los diseñadores de Nintendo se han estrujado las meninges para entregar a sus jefes unos niveles espectaculares. Veréis, las zonas de Mario Wonder, sobre el papel, podrían ser un más de lo mismo. Un desierto, un volcán, un mundito acuático…, ya hemos estado aquí antes.
Pero no, toda la dinámica clásica de Mario cambia en un momento determinado de cada fase, si eres capaz de encontrar la Flor Maravilla, a la que yo cariñosamente llamo la florecilla de la locura. Si te haces con ella te sumirás en una especie de trance frenético en el que puede suceder cualquier cosa, y todo para volarnos la cabeza y hacer que queramos devorar una fase tras otra para ver qué demonios se les ha ocurrido ahora a los traviesos diseñadores del juego. No quiero ni debo entrar en spoilers de estas locurillas que se desatan en cada fase, pero sí os digo que Mario gana toneladas de diversión con ellas. Qué genial idea, qué bien ejecutada y qué nueva dimensión le da al plataformeo de Mario.
¿El mejor plataformas 2D de Mario?
Pues me voy a lanzar a la piscina y os voy a dar un sí rotundo. Toneladas de respeto aquí a Super Mario 3 y Super Mario World, pero es que Wonder tiene el mérito de hacerlo todo igual de bien o mejor que ellos mientras que ha sido capaz de meter algunos cambios que boostean la diversión y el interés por seguir jugando. Eso, más de tres décadas después, es un logro apoteósico dentro de una saga. Que se lo digan si no al pobre Sonic, por ejemplo.
A ver cómo te lo explico para cerrar este análisis de Super Mario Bros. Wonder. Este nuevo título no es una compra obligada si posees una Nintendo Switch, sino que es obligatorio comprar una Nintendo Switch para hacerse urgentemente con una copia de Mario Wonder.