Cuando un juego como Breached me cae en las manos resulta una de las mayores satisfacciones que me da esto de probar juegos y hablaros de ellos. Siempre es emocionante que te elijan para probar un triple A, pero sueles llevarte pocas sorpresas. Y si te la llevas, lo más probable es que sea negativa. En cambio, con títulos indie que intentan alejarse de clichés y convenciones, puedes llevarte más de una alegría, aunque el juego no sea completamente redondo.
En el caso que nos ocupa, lo primero que quiero comentar es la dificultad para incluirlo en un género concreto, lo cual no tiene porque ser precisamente malo. El punto de vista es siempre en primera persona, pero no es un FPS, ni un survival, ni tampoco un walking simulator. Creo que lo mejor será empezar por el final, por lo que debemos hacer en el juego y ya le buscaremos luego un nombre, si es que hace falta.
Breached te pone en la piel de Corus justo en el momento en el que un sistema informático interrumpe tu hibernación, pero no te dice ni quién eres ni por qué estás ahí. Ese mismo programa, además de comprobar tu estado físico y cognitivo, te asigna dos misiones: arreglar el generador de oxígeno y sintetizar combustible para seguir adelante con lo que sea que estuvieras haciendo.
Y aquí empiezan los misterios, como jugador y como personaje. En la pantalla que hay dentro de tu pantalla, aparece un mensaje que parece un diario de a bordo, una especie de bitácora en la que Corus apunta lo que sucede.
Este primer contacto contigo mismo es una amarga queja: «No sé cuantas veces he empezado este diario». Pero hay que ponerse manos a la obra, sólo quedan ocho días de oxígeno y no puedes perder ni un momento. Para poder llevar a cabo tus objetivos necesitarás recolectar componentes para reparar el generador y minerales para conseguir el combustible necesario. ¿Cómo? Pues con unos drones que controlarás desde tu posición a los mandos de tu nave/estación/refugio mediante la realidad virtual.
Cada uno de estos «viajes» virtuales consume una parte de tu energía, constantemente controlada mediante una barra a la derecha de tu campo de visión. Cuando esa energía se agota, toca terminar el día y dormir para volver a estar operativo. Elegir con cuidado tus acciones y aprovechar al máximo cada una de las excursiones al exterior será la única manera de cumplir con las misiones y conseguir sobrevivir al incidente que ha causado los desperfectos y te ha despertado de tu letargo. Pero, ¿serás capaz de hacerlo antes de quedarte sin aire? ¿Encontrarás todos los componentes necesarios para reparar el generador? ¿Descubrirás la fórmula exacta para sintetizar el combustible?
La primera vez que te pones a los mandos del dron el sistema te lleva a una zona reducida, desértica y con los recursos necesarios a la vista, para que te habitúes rápidamente a los controles de tu pequeña nave de reconocimiento. Acelerar con el botón izquierdo, frenar con el derecho y controlar la dirección con el propio ratón es todo lo que necesitas saber para moverte por el mundo.
En cada viaje tienes tres células de carga en las que podrás transportar componentes o minerales a tu elección. Elegir cuál es el adecuado en todo momento es algo que aprenderás sobre la marcha o morirás en el intento.
Si una vez pasados los ocho días no has conseguido cumplir con tus objetivos, mueres asfixiado y te toca volver a empezar, con la ventaja de conocer un poco mejor las zonas por donde moverte. La historia es la misma, los mapas también, pero varía el contenido de cada cápsula de componentes y la fórmula exacta del combustible, por lo que cada vez deberás empezar de cero, pero con un poco más de conocimiento sobre el terreno en el que te mueves. Como una especie de día de la marmota espacial. Hasta que consigas todo lo necesario a tiempo y puedas salvarte.
Sinceramente, el planteamiento de Breached me ha parecido de lo más original, no por su historia, que tampoco es nada que vaya a romper esquemas, sino por ser como un simulador de realidad virtual en el que controlamos a un personaje que a su vez controla un dron para que cumplir sus misiones.
Es decir, no vemos el mundo a través de los ojos del protagonista, sino a través de las cámaras de una nave no tripulada. Esto nos quita sensación de peligro, nos permite desplazarnos a toda velocidad por los desiertos, saltar por los aires sin miedo alguno. Con la única amenaza de las anomalías, esferas luminosas que destruirán nuestro dron al mínimo contacto y nos harán perder la carga y la energía que cada viaje consume. Son más un inconveniente que un enemigo, por lo que tampoco es que haya que estar muy preocupado por ellas.
El juego en si es corto, no te van a hacer falta más de seis horas para conseguir completar las misiones, aunque puedes estirarlo un poco más si quieres descubrir los diferentes finales. Como te puedes imaginar, sólo tiene un modo de juego y, aunque puede parecer que va a ser tremendamente repetitivo, le acabas pillando la gracia e incluso entendiendo el porqué. Breached es un título sin un protagonista concreto que no sé en qué género encasillar (tampoco es que sea imprescindible) y en el que el antes y el después son lo bastante abstractos para que cada uno de nosotros saque sus propias conclusiones. Es una satisfacción cruzarse con juegos como este, os lo aseguro.