Si seguís la actualidad del mundillo, seguro que habréis visto esta semana la noticia del cierre por parte de Sony de Studio Liverpool. Puede que algunos halláis pensado “bueno… uno más” y es que es cierto que últimamente las “reestructuraciones de recursos” de las compañías han hecho que estemos, por desgracia, acostumbrados a este tipo de noticias de cierres y despidos. Pero, si ya lleváis unas cuantas generaciones a la espalda y os decimos que Studio Liverpool eran los herederos de Psygnosis… podréis comprender la auténtica pérdida que esta noticia implica para el sector del videojuego.
Desde su creación en 1984, Psygnosis ha sido una de las GRANDES a nivel mundial. Ya sea como desarrolladora o produciendo y editando títulos de terceros (Reflections, Bizarre Creations, Traveller´s Tales, DMA Design…), bajo su logo (con su característico búho) se han lanzado incontables clasicazos de la historia del videojuego. Así que, como pequeño homenaje a lo que esta compañía nos ha aportado hemos decidido dedicar el Bit Back de esta semana a uno de los pelotazos de su catálogo y nombre indispensable para entender el videojuego moderno: Wipeout.
Adquirida por Sony en 1993, Psygnosis comenzó a desarrollar Wipeout como uno de los títulos que acompañarían a la primera Playstation en su salida en Europa en septiembre de1995.
Con la frase promocional «Abre tu mente al poder de PlayStation», la compañía japonesa quería hacer ver al gran público la revolución que su consola supondría para el mundo del videojuego. Todos los títulos de lanzamiento querían transmitir con sus entornos poligonales en 3D esa idea de “nueva era” que daba comienzo. Pero, de todos ellos, sin duda era Wipeout el que producía en el jugador, acostumbrado a juegos bidimensionales a base de sprites, un Shock más brutal. Aunque ahora resulte difícil de entender, os aseguro que para quien había crecido jugando a Mega Drive o Super Nes el primer contacto con Wipeout era demoledor; como si en un segundo toda tu forma de entender esta afición saltara por los aires.
Como todos sabéis, Wipeout es un juego de carreras futuristas que nos sitúa en el año 2052 en la competición de monoplazas antigravedad F3600. Podemos escoger entre 4 equipos, contando cada uno con 2 pilotos seleccionables y, a su vez, cada nave con unas características de conducción distintas.
La competición transcurre a lo largo de 6 circuitos (más un séptimo desbloqueable situado en Marte) en los que no sólo hay que ser rápidos para ganar sino que tendremos que ser inteligentes para utilizar en nuestro favor las zonas de aceleración y los objetos (escudos, misiles…) que hay repartidos por el trazado de las pistas.
Como apuntábamos arriba, Wipeout sobresalió especialmente entre la primera hornada de títulos para PSX por su espectacular acabado técnico. Sus gráficos 3D, con magníficas texturas y modelados que daban a escenarios y naves una tremenda sensación de solidez, y sus efectos de luces estaban por encima de cualquier cosa vista hasta el momento. Pero lo más especial de Wipeout eran las impresionantes sensaciones que era capaz de transmitir al jugador gracias a su velocidad, destacando, sobre todo, el vértigo que se sentía al saltar con buena aceleración por las numerosas rampas que presentaban los circuitos (algunos saltos literalmente te ponían el estómago en la garganta).
Para redondear, la excelente banda sonora de estilo Techno (en la que participaron grandes nombres de la escena electrónica como Orbital o The Chemical Brothers) y su particular estética futurista acababan de dar al juego una ambientación de lujo y una enorme personalidad propia.
El tremendo éxito de crítica y público de Wipeout hizo que aparecieran pronto versiones para PC y Saturn (posteriormente también a Nintendo 64) y en 1996 se lanzó su segunda parte Wipeout 2097/XL. A partir de Wipeout 3 en 1999 (año en que Psygnosis pasó a llamarse Studio Liverpool) todos los juegos de la saga (incluyendo un remake en HD del original) han estado ligados a consolas de Sony hasta llegar a Wipeout 2048 para PsVita en este mismo 2012. Sin embargo, a pesar de todas las mejoras técnicas que han supuesto estas secuelas, ninguna podrá superar el espíritu innovador y de ruptura con lo establecido que aportó el original.