Pues no, no estamos ante el primo lejano de Psycho Mantis ni tampoco vamos a ser testigos de las atrocidades de ningún zorro psicópata, si no que Psycho Fox es uno de los juegos que pudimos disfrutar en Master System y que nos llegó de parte de la propia SEGA.
En una época en la que nos encontrábamos con que muchos de los juegos de la 8 bits de SEGA eran versiones o adaptaciones de títulos de Mega Drive, este juego llegó a nuestras manos con la sorpresa de ser totalmente exclusivo para el sistema maestro. Y sí, sé que esta no fue su única exclusiva, pero la verdad es que hay que reconocer que no es que fuesen muy habituales.
Quitando el tema de la exclusividad, que queda muy bien, Psycho Fox nos ofrece una fórmula de juego más que habitual y conocida de sobras por todos, las plataformas. Bajo el estilo más tradicional del género nos encontraremos con una fase tras otra en las que tendremos que avanzar a través de un scroll lateral visto en otros títulos, y que como en esos, avanzará en paralelo a nuestro personaje.
Durante el juego controlaremos a Psycho Fox, protagonista cuya ayuda reclaman los habitantes de un lugar que está siendo gobernado por un malvado ser que también tiene aspecto de zorro. Los secuaces del malo de turno también tendrán forma de animal, y de entre todos ellos destacan una especie de cangrejos ermitaños que serán los enemigos más habituales durante todo el juego.
Lo bueno es que no estaremos solos ante el peligro y estaremos acompañados en todo momento por un amigo de Psycho Fox, un pájaro que siempre llevaremos a la espalada, ¿alguien ha dicho Banjo-Kazooie? La interacción con nuestro plumífero amigo es bastante limitada, aunque eso no quita para que nos resulte verdaderamente útil durante el desarrollo de nuestra aventura. La función principal del pájaro en cuestión será la de ser usado como arma arrojadiza, que aunque parezca algo cruel la verdad es que nunca nos pondrá mala cara. Y de la otra manera de la que podemos servirnos de él es aprovechándolo como vida extra, y es que si cuando recibamos un impacto o seamos atacados por un enemigos llevamos al pájaro al hombro, será él quien desaparezca quedando Psycho Fox totalmente ileso. Aunque claro, en ese momento quedaremos expuestos a perder definitivamente si volvemos a ser atacados.
A la inestimable ayuda de nuestro acompañante hay que sumar las habilidades del propio protagonista que podríamos calificar como poco, de raras. La cosa es que podemos transformarnos en otros animales y adquirir habilidades propias de cada uno de ellos. Tres son los animales que podemos transformarnos: mono, hipopótamo y tigre. El mono nos permitirá realizar enormes saltos, todo lo contrario que el hipopótamo, que tal apenas salta y es más lento que el caballo del malo, sin embargo es el único personajes que puede destruir los bloques de piedra que nos encontraremos por el camino. El tigre por su parte, y como buen felino y depredador, destacará sobre todo en su velocidad.
El propio diseño de cada escenario y el cómo usemos las habilidades de cada una de nuestras transformaciones nos obligarán en más de un momento a tomar un camino obligatoriamente, y que a diferencia de otros juegos del género, en Psycho Fox no hay un único camino y una única salida en cada pantalla.
Antes de terminar me gustaría comentar lo tremendamente difícil que podía llegar a resultar este juego a pesar de su sencillez. En este juego se olvidaron totalmente de la curva de dificultad y desde la primera pantalla las pasaremos bastante canutas, dificultad que irá creciendo pantalla tras pantalla y que veremos traducida en forma del considerable aumento de la velocidad del juego.