No está siendo un mal año para las propuestas indies y 2D en Xbox One. Hace unos días analizábamos Lifeless Planet y ahora desmenuzamos Schrodinger’s Cat. En este caso, nos encontramos ante una propuesta simple pero divertida, con una curva de dificultad bien configurada y unos puzles que exigen lo mejor del jugador.
El experimento de Schrodinger se basaba en un gato encerrado en una caja. Junto a él, veneno y una fuente radioactiva. Si el detector Geiger detectaba la fuerza emitida por la radiación, el veneno se soltaba y el gato moría. Lo curioso del asunto es que las partículas radioactivas podían estar en dos sitios al mismo tiempo, por lo que el gato estaba vivo y muerto. Bajo esta premisa, Italicpig y Team 17 (célebres creadores de Worms) construyen una locura de juego donde nos las vemos con fenómenos físicos y químicos y una suerte de puzles a cada cual más difícil.
Vayamos por partes: un zoo de partículas ubicado dentro de un átomo se va al garete, y las particulas se dispersan. En la piel del gato de Schrodinger debemos devolver la calma y la normalidad al zoo si no queremos que este suceso desencadene una reacción donde la vida de todo lo conocido desaparecería.
Una vez emprendemos la aventura, las habilidades del gato son simplemente saltar y atacar. Para resolver todos los problemas debemos acudir a los quarks, fenómenos que forman la materia. Hay cuatro tipos de quark, siendo el quark rojo el dedicado a la construcción, el amarillo al movimiento, el verde a la protección y el azul a la destrucción, y dependiendo de la necesidad que afrontemos, debemos recurrir a unos u otros. Para utilizarlos debemos combinarlos en grupos de 3 y según como lo hagamos lograremos un gadget que durará unos segundos. Hay hasta 12 tipos de objetos y sus usos son variados. Al principio las combinaciones serán simples, pero avanzado el juego debemos tener claro el orden de uso para poder avanzar.
Esto nos lleva a hablar de los escenarios. Los quark se reparten de manera inteligente sobre unas zonas coloridas y bonitas, con bromas científicas y guiños al jugador, pero con una falta de imaginación preocupante. Básicamente, parece el mismo escenario reutilizado para cada sección. Si a esto le añadimos la obligatoriedad de capturar a un número determinado de criaturas para poder avanzar, hace que nos aburramos revisitando zonas. Por si fuera poco, utilizar mal un quark hace que debamos volver al último punto de control y «reandar lo andado». Fallos que empobrecen una experiencia de por si divertida.
Gráficamente, Schrodinger’s Cat presenta unos personajes graciosos, bien diseñados, variados y carismáticos. A ellos les acompaña un doblaje en inglés (textos en español) muy logrado, con voces cercanas a la comedia y a la animación, que ayudan a la inmersión en la experiencia.Estas voces son de gran ayuda en las secciones conversacionales, donde sacamos información a personajes no jugables y podemos comprobar los matices y las ganas con las que se ha llevado a cabo. Musicalmente el juego no destaca, teniendo una música ambiente que sigue a la zaga al aspecto gráfico pero sin destacar en ningún momento.
En conclusión, si el jugador pasa por alto la escasa variedad de escenarios y el tedio de ciertas obligaciones, Schrodinger’s Cat es un reto conínuo. Los quarks como forma de solventar puzzles son una vuelta de tuerca y nos harán plantearnos una y mil veces qué hacer y en que orden hacerlo. Se trata de una aventura 2D que anima a ser completada al 100%, en parte gracias a su humor científico, su colorido, su genial doblaje y sus posibilidades jugables, que son muchas y variadas.