A mí, a los redactores de esta santa casa, y a todo buen culpable que se precie de serlo, nos encanta CD Projekt, su política de empresa, y como no, sus juegacos, como The Witcher 3: Wild Hunt. Los polacos pasan de DRM, pasan de DLC sacacuartos y quieren volver a instaurar una noble tradición pecera casi extinta: las expansiones DE VERDAD.
Hoy en día, a cualquier DLC de mierda que añada un par de horas de campaña se le llama expansión, y nosotros, ansiosos incautos, no hacemos sino llenar los bolsillos de productoras a cambio de -casi- nada. Con The Witcher 3 parece que la cosa cambia, y podremos disfrutar de dos expansiones de la vieja escuela, que según Marcin Iwiński, uno de los fundadores de la empresa, harán que cada euro que te dejes en ellas merezca la pena.
La primera de las expansiones que veremos, que van totalmente a parte de los DLC gratuitos que se irán publicando poco a poco, se llama Corazones de piedra, añade alrededor de diez horas de juego extra, y nos internará por las inhóspitas tierras de No Man’s Land y nos llevará a las callejuelas de Oxenfurt, donde Geralt intentará cumplir un encargo del misterioso Hombre de Cristal.
La segunda, de la que tampoco sabemos fecha, añade la friolera de 20 horas a la historia, se llamará Sangre y vino y nos hará viajar a una región totalmente nueva, Tossaint, una zona que oculta un antiguo y sangriento secreto.
De nuevo, y es ya una sana costumbre, nos quitamos el sombrero ante la honestidad y el respeto de CD Projekt hacia sus usuarios. Que dure muchos años…