Pasártelo como un enano matando gente en un videojuego no te convierte automáticamente en un asesino. Creo que es una frase que todos los que tenemos esta afición hemos dicho, o al menos pensado, en algún momento. Muchas veces, desde la ignorancia de algunos medios o sectores de la población, se ha utilizado a los videojuegos, el rol o la música “heavy” como motivación o justificación suficiente de algunas barbaridades perpetradas por gente con un claro problema (que no tiene porque ser mental) y todos hemos dicho que no tiene nada que ver.
Da igual si hablamos de la abundante sangre de Doom, de las simpáticas explosiones de humo de Super Mario World o de los precisos asesinatos de Hitman. Somos conscientes (la inmensa mayoría) de que forman parte de un mundo virtual que no pertenece a nuestra vida real y por mucho que nos digan que la violencia en la pantalla nos vuelve violentos aguantaremos impasibles ese tipo de comentarios porque cada uno es como es, a pesar de sus gustos y aficiones. Pero entonces, ¿por qué os duele tanto que digan que tal o cual juego es machista? Si en vez de sexista, se le recriminara a ese título ser racista o cómplice del maltrato animal, ¿tendríais la misma reacción? Sí, porque sabéis que está mal.
«¿Por qué os duele tanto que digan que tal o cual juego es machista?»
Cuando medio mundo se escandalizó con la jugabilidad de Carmaggedon, todos repetimos una y otra vez que nunca iríamos por las calles atropellando abuelitas, niños o mujeres embarazadas. Teníamos claro que eso pasaba en la pantalla y en la pantalla se quedaba, no era nuestra actitud, sino una decisión de los creadores del juego para hacerlo (según se mire) más atractivo para los jugadores. Sin ese detalle, seguramente hubiera pasado desapercibido como un juego de carreras más. Si estamos de acuerdo en eso, ¿por qué a la más mínima insinuación de que tu juego favorito tiene “X” defecto te lo tomas como algo personal? ¿No es responsabilidad del creador ese fallo?
Entrando en materia, por recurrente y por conocimiento propio, hablaremos un poco de The Witcher 3. “Pero es que la Edad Media…” Nada. “Pero en los libros…” Que no. “Hay una misión en la que Geralt…” Déjalo. En The Witcher 3, y en The Witcher 2, y en The Witcher, se trata y representa a la mujer de forma totalmente desigual con respecto al hombre. Sobre todo visualmente, pero también de la manera en que forman parte de la historia. Y ya está. No es tu culpa, ni la mía, ni la de centenares de otras personas que los han disfrutado (sí, mujeres incluidas) y que son capaces de ver y aceptar ese enorme problema en su desarrollo.
Es totalmente indiferente, para este debate, si esa decisión de diseño se ha tomado para vender más en oriente o en occidente, para gustar a determinada franja de población o porque es lo único que sabe hacer el director artístico del proyecto. Está ahí, podía ser diferente y no lo fue. Y, precisamente por eso, lo podemos criticar. Sería estúpido vapulear a CD Projekt por no haber hecho un juego de realidad virtual fotorrealista, porque la tecnología actual no lo permite, pero cualquier otra elección, sea de diseño artístico o de guión, puede ser criticada por el usuario. Tanto de forma negativa como de forma positiva, que no todo tienen que ser pedradas.
Un ejemplo que creo que es muy claro y fácil de entender. Uno de los pocos animales reales a los que te tienes que enfrentar en The Witcher 3 son los lobos. Para mí, es una de las especies más bonitas y elegantes que existen, nunca haría sufrir a ninguno en la vida, pero eso no hace que el juego me guste menos. Si yo pudiera elegir, sustituiría a los lobos por gallinas, unos animales que ni me caen mal ni bien, pero está claro que perdería algo de épica.
«Esa decisión de diseño está ahí, podía ser diferente y no lo fue. Y, precisamente por eso, lo podemos criticar.»
Pues bien, si me habéis entendido hasta aquí, cambiemos el matar lobos por representar a la mujer de manera sexista. Nadie pide que se quemen todas las copias que existen del juego, pero es comprensible que haya una parte de los jugadores a los que no les guste (les incomode, les parezca innecesario, llámalo “X”) y aún así le dediquen un par de centenares de horas y digan: “Pues es un juegazo, lástima que sea tan machista”.
Siempre nos han dicho, y lo hemos comprobado de primera mano, que no hay nada perfecto. Por eso, si nos ceñimos a nuestro sector, los videojuegos, debería ser muy difícil encontrar un juego de 10. Para ti, que has gastado tu dinero en él, o tu tiempo, puede ser una obra maestra, pero eso no implica que sea perfecto e infalible. Y si alguien encuentra ese defecto, sea objetiva o subjetivamente, no quiere decir que tú tengas que empezar a jugarlo de manera clandestina ni que los defectos que tiene se te estén atribuyendo a ti. Eso sí, si te cierras en banda y niegas la evidencia, te señalarán como cómplice del problema.
Volvemos a lo que os decía al principio. Hitman nos pone en la piel de un asesino a sueldo, pero no nos convierte en criminales porque no actuamos así en nuestro día a día. Pero si juegas a The Witcher 3 y no te parece que hay un exceso de piel femenina (justificada por el guión o no) en pantalla pues, oye, realmente tampoco pasa nada. De hecho, si eres un hombre heterosexual no hay nada malo en que te guste un cuerpo femenino. Lo malo, y lo machista, es que si a alguien no le gusta y le parece innecesario tú te enroques en la defensa de lo indefendible y empieces a arrojar una mezcla de argumentos estériles y ataques injustificados contra la persona que ha osado mancillar el nombre de tu juego favorito.
«Te aterroriza que un grupo de feministas venga a cambiar las reglas del universo y en tus juegos favoritos ya no se vean tetas.»
Porque mira, aunque también sea un tanto ridículo, puedes defender a ultranza tu equipo de fútbol o tu marca de consola, pero hay situaciones o polémicas en las que no debería haber dos bandos. Si estamos de acuerdo en que los shooters no nos hacen más violentos, pero sí más hábiles, que los juegos de lucha no aumentan nuestra agresividad, pero sí nuestra capacidad para memorizar patrones o que los juegos de conducción no nos hacen correr más en la carretera, pero sí mejoran nuestros reflejos, ¿por qué no podemos aceptar que si los videojuegos en general son más inclusivos, todos lo pasaremos aún mejor?
Voy a intentar darle la vuelta a la situación y verás hasta dónde llega la tontería. Nos han dicho mil veces que jugar a las maquinitas es de críos o de «gordos» introvertidos incapaces de relacionarse con mujeres, con la cara llena de granos, pelusilla en el labio superior y gafas rotas. Con el paso de los años hemos conseguido quitarnos ese estigma y generalizar el uso de los videojuegos, ampliando nuestras posibilidades y la de las compañías que se dedican a esto.
Y ahora, en pleno siglo XXI, te aterroriza que un grupo de feministas venga a cambiar las reglas del universo y en tus juegos favoritos ya no se vean tetas. No lo niegues. Te da igual que haya personajes femeninos fuertes, importantes, decisivos o complejos. Mientras les boten los pechos, a ti ya te está bien. Sigues teniendo catorce años y miras de reojo los anuncios de desodorantes.
El sexo está presente en todas partes, y yo soy de los que les molesta que en medio de una película de tortas haya una escena de amor/sexo que no aporta nada a la historia o a la acción. Por eso mismo, no pasa nada si los videojuegos no lo representan o si lo hacen de una manera sutil, dándole más importancia a las relaciones interpersonales que al físico.
«El machismo debe reflejarse también en los videojuegos, pero cargado de connotaciones negativas.»
Hay muchas otras vías de ver cuerpos desnudos y además reales, no grupos de píxeles o polígonos bien moldeados. Alguien que haya jugado a las sagas de Bioware como Dragon Age o Mass Effect nos podría contar decenas de ejemplos en los que el tema está perfectamente tratado, pero yo prefiero no meter la gamba y prometo jugarlos lo antes posible para poder hablar con conocimiento de causa. El que si que usaré como ejemplo es el universo de Fallout. Desde el inicio de la saga hemos podido emprender la aventura como hombre o como mujer, sin que esto afectará a nuestras habilidades, aunque el mundo (y sus habitantes) sí que reaccionarán de manera diferente, al igual que lo harán a nuestras elecciones.
Tampoco son juegos perfectos en este sentido, pero ofrecen cosas tan poco habituales como armaduras idénticas a nivel visual para personajes femeninos y masculinos. También hay ropa femenina y masculina, pero nada te impide usar vestido y pamela con un hombre o esmoquin y bombín con una mujer. No hay roles preestablecidos, tú eliges como afrontar la aventura y por el camino encontrarás todo tipo de personajes e historias que no excluyen a nadie por su sexo o raza (mutantes y zombies no cuentan, en este caso).
Comparando ambos universos y dejando a un lado el hecho de la época en que transcurren, porque ambos son mundos inventados, es evidente la diferencia que hay en el trato hacia la mujer por parte de CD Projekt y de Bethesda. Los que me conozcan, sabrán que soy bastante afín al trabajo del estudio polaco y creo que son una de las mejores compañías a la hora de cuidar a los jugadores con medidas que a otros ni se les ocurren. Pero es innegable que aún están muy verdes en lo que a representación de las mujeres en sus juegos se refiere. Posiblemente, si les preguntáramos uno por uno a los integrantes del equipo de desarrollo, más de uno diría que no está del todo de acuerdo con el resultado final en ese aspecto, pero no hay discusión alguna en que han creado un juego machista. Igual que lo son muchos otros títulos igual de buenos, famosos y aclamados que The Witcher 3.
Por desgracia, hay demasiado ejemplos con el mismo problema, no sólo en los videojuegos, también en el cine o la música. La sociedad lleva siendo machista muchos años (siglos) y lo lógico es que algo así se haya extendido y esté más presente de lo que nos gustaría. Pero eso no quiere decir que no debamos señalarlo, criticarlo e intentar cambiarlo. Lo fácil es incluir mujeres en los juegos, pero dejarlas de simple comparsa; lo cómodo, argumentar que el mundo es así, que es un reflejo de la sociedad, encogerse de hombros y dar media vuelta. Y si alguien dice que está mal, clamar al cielo porque llega el apocalipsis y nos quieren robar los videojuegos y nuestra libertad.
El machismo, o sexismo, debe estar presente en nuestro día a día, debe reflejarse también en los videojuegos, pero cargado de connotaciones negativas. Marcado como despreciable. Porque, a día de hoy, la gran mayoría de compañías desarrolladoras están legitimando las actitudes machistas con sus obras, pero ya nadie quiere ser acusado de serlo. Sólo hace falta un pequeño empujón más para acabar de darle la vuelta a la conciencia social y así poder empezar a cambiar la manera de representar a ambos géneros en cualquier obra de ficción. Y tranquilo, no perderás tus juegos, puede que incluso tengas más y mejores y, sobre todo, más diversos.